Sí señores, mañana estoy de cumpleaños. 6 de abril. Flanqueado un poco por la muerte de este Santo Padre, por el nacimiento de Teresa de Los Andes el 7 de abril y el 6 de abril mismo por el santoral de San Prudencio ("fecundo escritor del amor a Dios y a las almas"), San Marcelino ("un hombre culto") y por si fuera poco la Beata Pierina Morosini, una obrera caminante digamos, y capaz de perdonar incluso a su abusador, en una de sus tantos viajes por el bosque.
Pero claro, tanto santo alrededor no me hace santo.
Un 6 de abril también nació y murio Rafael, nació Jean Baptiste Rosseau, nacen los juegos olímpicos modernos, mueren Isaac Asimov, Durero, El Greco, Stravinsky, se publica El Principito, se registra el primer dibujo animado
Pero claro, tampoco soy un dibujo animado.
No se tampoco a qué hora nací, ni si será realmente importante saber la posición de los astros al momento de nacer. De todas formas soy aries según eso y, según los chinos, un chancho. Pero tampoco soy un chancho.
La claridad tenue de los 22 me dice que no hay tal definición. Por eso sigo buscándome entre tantos determinantes. Quizás mañana lo sepa y pueda contárselo a alguien. Quizás se me despierte el corazón en una canción hecha para mí. Quizás mañana me llamen los amigos que no me han llamado. Quizás me de cuenta de que mirar a ese sujeto, tanto tiempo, tenía algún sentido.
Doblemente, tendré dos lados hacia los cuales mirar.
Quizás pueda dormir hasta más tarde y mi gato no me despierte saltando sobre mí.
Doblemente, tendré dos lados hacia los cuales despertar.
Bien, y a modo de despedida de mi mismo, de los 21, del chico melancólico y lumínico: señor Felipe nada nos condena a un futuro sin una nueva posibilidad.
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