martes, febrero 27, 2007

El arrepentimiento, la noche, el amor y la piedad

En algunos momentos las ideas que tengo en la cabeza no alcanzan a llegar a mis dedos para ser impresas, en electrónico o en papel. Son esas veces en que no consigo hilar ideas y cada segundo par es una crítica despiadada a lo que pensé en los segundos impares. Será que estoy un poco enfermo, me dice mi madre a los pies de mi cama, como pidiéndome también una explicación... será que nunca he escrito un libro o que apenas he terminado de leer los que me compré.
De la ventana de mi pieza veo el campo. Unos árboles verdes y algunas ardillas. Entonces la ventana blanca se rompe y los árboles hacen crecer sus ramas. Sus hojas vienen casi a acariciarme la cara cuando las ardillas ahora rondan en mi habitación. Se mueven las ramas y mi corazón. Es que en algunos momentos no puedo ser árbol ni ser rama. Quizás será porque me estoy muriendo. Más o menos lo mismo que se mueren todos cada día, pero a mi me deprime solo pensarlo.
El arrepentimiento es temer del pasado, de la noche que de un momento a otro se hizo tan oscura. Arrepentirse es sentir con más fuerza el palpitar de la sangre en las venas. Es no querer morirse.
La piedad, en seguida, me salva de la tragedia. De tu parte o de Dios, me salva de la tragedia.

lunes, febrero 26, 2007

El arrepentimiento, la noche, el amor y la piedad

En algunos momentos las ideas que tengo en la cabeza no alcanzan a llegar a mis dedos para ser impresas, en electrónico o en papel. Son esas veces en que no consigo hilar ideas y cada segundo par es una crítica despiadada a lo que pensé en los segundos impares. Será que estoy un poco enfermo, me dice mi madre a los pies de mi cama, como pidiéndome también una explicación... será que nunca he escrito un libro o que apenas he terminado de leer los que me compré.
De la ventana de mi pieza veo el campo. Unos árboles verdes y algunas ardillas. Entonces la ventana blanca se rompe y los árboles hacen crecer sus ramas. Sus hojas vienen casi a acariciarme la cara cuando las ardillas ahora rondan en mi habitación. Se mueven las ramas y mi corazón. Es que en algunos momentos no puedo ser árbol ni ser rama. Quizás será porque me estoy muriendo. Más o menos lo mismo que se mueren todos cada día, pero a mi me deprime solo pensarlo.
El arrepentimiento es temer del pasado, de la noche que de un momento a otro se hizo tan oscura. Arrepentirse es sentir con más fuerza el palpitar de la sangre en las venas. Es no querer morirse.
La piedad, en seguida, me salva de la tragedia. De tu parte o de Dios, me salva de la tragedia.

viernes, febrero 23, 2007

Espectador

Dícese de ese momento en que el hombre abre los ojos y se encuentra con una realidad incómoda. Cuando frente a él el mundo pasa lenta o rápidamente, pero siempre incontrolable. Soy un espectador porque no puedo besarte, dijo el pescador. Soy un espectador porque no puede vivirte, dijo el soñador. La distancia los transformó en un par de ojos que ni siquiera gastan lo que miran.
Entonces llegan los muertos, las enfermedades crónicas, los diagnósticos irreversibles y los balazos en la calle. Decesos irrenunciables.
Pero dicen, también, que la felicidad es así de efímera.

miércoles, febrero 21, 2007

El zorro: resignación, perder y seguir viviendo

También se puede perder. Estoy aprendiendo a perder, le dijo el zorro al árbol, mientras veía a una zorra aparearse con su competidor.
Aprendí a perder. No es injusto que no pueda tocarle o que prefiera estar con otras personas antes que conmigo. No es injusto que alguien quiera otra cosa, no es injusto que hayan dos caminos parecidos, que se cruzen, pero que nunca se unan.
No siempre se gana, le dijo el árbol al zorro. Él había visto muchas hojas caer a sus pies y ver a un zorro subirse a llorar sus penas en la que era una de sus ramas más fuertes no le causaba sorpresa.
El árbol le contó al zorro la historia de las tortugas, que tienen que llegar al mar después de nacer. Le dijo también que las tortugas vuelven, pero muy pocas vuelven. Le dijo que poco a poco se iban haciendo más fuertes, pero que ninguna había dicho que eso era injusto.
El zorro había llorado. Nunca más vería a la hembra que le gustaba. Él vivía uno de esos momentos en que sabía que no había una vuelta atrás. Todo esto no era ni siquiera una fábula.

martes, febrero 20, 2007

Imposible

Si una mañana me despierto y escucho a los animales correr detrás de la ventana o a los árboles hablar con el viento para contarse los chismes de la noche anterior. Si abro los ojos y veo al sol encima de mi cuerpo y a mi gato a un lado estirando su existencia. Si la mañana parece tan normal. Si el amor profesado y prometido es ahora imposible porque la muerte sorprendió por amenaza a una parte de mi cuerpo (la parte de mi cuerpo que era él). Entonces, si una mañana me despierto y escucho a los animales correr detrás de mi ventana o a los árboles hablar con el viento para contarse chismes de la noche anterior. Si abro los ojos y veo al sol encima de mi cuerpo y a mi gato estirando su existencia, tiendo a pensar que el mundo es injusto y que cambiaría a todos los animales por volver a tener la parte del cuerpo que perdí.

martes, febrero 13, 2007

Casi 14 de febrero

Miro el cielo y veo anochecer.

Segundas oportunidades

No hay segundas oportunidades. Solo hay personas que viven segundas vidas.

"Llévame del dolor"...
Debo admitir que mi memoria tenía un poco de sangre... de no sé qué muerto.

Ahora, "un cielo negro como el agua de tu amor. Y volar, ver el mar"