lunes, febrero 26, 2007

El arrepentimiento, la noche, el amor y la piedad

En algunos momentos las ideas que tengo en la cabeza no alcanzan a llegar a mis dedos para ser impresas, en electrónico o en papel. Son esas veces en que no consigo hilar ideas y cada segundo par es una crítica despiadada a lo que pensé en los segundos impares. Será que estoy un poco enfermo, me dice mi madre a los pies de mi cama, como pidiéndome también una explicación... será que nunca he escrito un libro o que apenas he terminado de leer los que me compré.
De la ventana de mi pieza veo el campo. Unos árboles verdes y algunas ardillas. Entonces la ventana blanca se rompe y los árboles hacen crecer sus ramas. Sus hojas vienen casi a acariciarme la cara cuando las ardillas ahora rondan en mi habitación. Se mueven las ramas y mi corazón. Es que en algunos momentos no puedo ser árbol ni ser rama. Quizás será porque me estoy muriendo. Más o menos lo mismo que se mueren todos cada día, pero a mi me deprime solo pensarlo.
El arrepentimiento es temer del pasado, de la noche que de un momento a otro se hizo tan oscura. Arrepentirse es sentir con más fuerza el palpitar de la sangre en las venas. Es no querer morirse.
La piedad, en seguida, me salva de la tragedia. De tu parte o de Dios, me salva de la tragedia.

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