viernes, abril 30, 2004

Tres: romántico

Me dijeron que un poema mío era romántico y qué diablos, en realidad es como un cumplido para mí, aunque en realidad el poema fue pensado más “duro”. Podrá tener palabras románticas pero no lo proyecté así. En fin, da lo mismo. Mi problema no es con las cosas románticas. Pero da igual, de todas formas creo que escribí algo muy bonito, que es otra cosa, pero que está algo inspirada en el romanticismo. Y lo escribí a propósito de un mail que le envié a mi más querido amigo, Rodrigo.

Hola Rodrigo, yo también he tenido problemas con la rótula. No de rotulación, pero si de articulación. Según el traumatólogo está corriendo chueca entonces me está rozando partes en que no debe. Por eso cuando camino mucho me produce mucho dolor y suenan las rodillas. Para aumentar la molestia me afecta la unión con la cadera. Por suerte ya debería mejorar en los meses que siguen. Ejercicios, aplicación de calor en la cadera, movimientos en la rótula y elongaciones deberían hacer lo suyo. Por mientras coopera un relajante muscular de noche y pastillas para el dolor en el día. Me hacen falta masajillos.
Quien no coopera es el clima, el frío, cala, cala profundo, en la garganta uuuy! Los dedos fríos, los míos, son característicos del invierno. Son los dedos del invierno. Mmmm, pero el corazón no lo tengo congelao, de hecho creo que me atrae mucho un niño de la U, un compañero de la clase de italiano, pero, ya sabes, primero hay que saber que clase de afecto tiene él y después averiguar si puede tener afecto conmigo. En todo caso, me basta y me parece maravilloso contemplar unos ojos tan grandes, tan universales, mmm, debe ser por la mirada tan limpia, por que parece tener el corazón tan expuesto, porque sentado a veces su espalda se encorva como protegiéndose el alma cuando lo miro. Debe ser que lo miro porque cuando él me mira parece detenérsele el impulso y es como si por un instante se detiene también el mío. Y me gustaría pensar que tendremos algo en común, porque sin querer cruzamos los brazos al mismo tiempo y nos llevamos la mano derecha a la cara; sin embargo, él es de ingeniería civil y, aunque prejuicio, me parece que no tendría el corazón tan abierto. Hoy llegué tarde y me senté junto a él. Y siento algo dulce y agraz al entender que me basta con haber estado allí y haberle preguntado cómo se escribía el número cinco para poderle mirar de cerca a los ojos mientras me respondía. En menos de un segundo. A pesar de la cercanía sus ojos tienen algo inconmensurable como los abismos. ¿Qué es lo que vale el amor amigo mío? ¿Menos que un segundo, un recuerdo, un abismo? Las ganas de jugarlo todo porque un segundo vale la vida ¿no? Por eso cuando llegué atrasado a clases me devolví desde donde había avanzado para sentarme en el último asiento, junto a él. Debe ser lo que vale el amor, una silla, unos metros de distancia. Con una gota se me llena el vaso que tengo atado a mi pecho, porque lo más probable es que nunca pase nada más, pero que me mire y que lo mire, que mi felicidad es un abismo.
Felipe


Esa es la parte romántica. yo creo que mi posición frente al amor tiene algo de bello, aunque odiosamente romántica, platónico. Pero qué quieren que haga si es lo que sé hacer, porque de todas formas es de verdad, nada de esto es fingido. Y como tal estoy seguro de que es bello poder amar sin tocar, porque cuando tocas es aún mayor el amor.

jueves, abril 22, 2004

La sal

Ahora problemas personales. Los padres. Me cabeceo eternamente preguntándome cuánto de lo que me pasa es normal y cuánto exceso. Vivo entre Santiago y Valparaíso y soy intrínsecamente un des-adaptado, me cuesta mantener una conversación, vivo enrollándome por las cosas, pongo más cabeza en lo que podría ser que en lo que haré y bla, bla, bla. Entonces le hecho la culpa a mi doble militancia en ciudad. Es muy difícil mantener amistades cuando vas de un lado para otro, cuando tu semana se divide entre dos lugares que no tienen mucho que ver con el otro.
Recuerdo ahora una frase que le dijeron a la periodista Raquel Correa. Se la dijo una profesora de ella que viajaba mucho. Raquel le dijo algo así como cuánto admiraba que ella viajara tanto, que fuese de un lugar a otro, que se bajara de un avión para subirse a otro: su libertad, su mundo extenso. Entonces la profesora le respondió algo así como que esa libertad implica mucha soledad. Ya sé que la libertad no necesariamente implica soledad. Pero se entiende: si elijo un mundo extenso y sin ataduras tendré más soledad que nada.
Y esa anécdota a de ser cierta. Y a pesar de la escala en que mis viajes se mueven, y de su periodicidad, me viene al dedillo. Especialmente porque mis viajes siguen una constante malditamente condenatoria: mis tiempos libres los paso en Valparaíso (sábados, domingos, festivos y vacaciones) y mis tiempos de trabajo en Santiago (Lunes a Viernes) entonces la lógica de me-encontraré-a-conversar-con-mis-amigos-del-trabajo-diario es imposible porque no estoy allí. De ahí que mis tiempos libres en Valparaíso sean realmente una pérdida de tiempo.
Por supuesto que acá están mis padres que, no es menor, he visto por toda mi vida, y que los amo y que me encanta verlos, pero con ellos no saldría a carretear ni por más que mis-padres-son-mis-amigos no tienen 21 años ni los conozco de la U.
Por supuesto que estoy pensando con un poco de sangre en la herida, pero qué le voy a hacer si tengo ganas de estar conversando de cualquier cosa con alguien que tengo 21 o algo así y no tengo con quién, y no se cómo y no quiero que se me pase la vida.
Supongo que algún día estaré muerto.

sábado, abril 17, 2004

Nunca fui invencible

Me molesta dejar de decir cosas que podría decir, me molesta no tener explicación para las cosas que me pasan. Debe ser porque tengo miedo de estar a merced de lo inexplicable o porque me siento más seguro si las cosas tienen, aunque mínimamente, una explicación. Por eso me debe haber costado tanto, y aún me cuesta, terminar mi historia con C. Por que las cosas no son las mismas, obvio, y no es posible que yo sienta lo mismo, supongo, la misma atracción, el mismo batir de alas; sin embargo, me tiritan las piernas cuando aparece y mi corazón entra en una especie de contradicción, de torpeza, de miedo.
Como se lo conté a mi amiga Florencia:

Floooooooo!!!!
A que no sabes lo que me pasó hoy.
Ya estaba terminando mi día, saliendo del curso de Dibujo de retratos y me encontré con una compañera de periodismo que está haciendo cursos de teatro. El caso es que ella me invitó a ir a su clase de teatro (estaban haciendo unas máscaras y no sé que cosa) Esto era en un patio del Campus Oriente, que es como un convento, y tiene muchos patios. Me voy acercando con ella a donde está el grupo de gente... y a que no adivinas quién estaba ahí: C, mi peor recuerdo, entonces lo veo y me detengo inmediatamente y le digo a mi compañera “ay!, no, no quiero ir” y me devuelvo ...ella me pregunta porqué y yo le digo que es porque estaba alguien que no quería ver. Ella me preguntó si estaba enojado con ese alguien y yo le digo que no y me pregunta si estaba peleado y yo le digo “peor que eso” (ella no sabe nada de mí) Entonces me dice “pucha” y bla, bla, bla, Y me pregunta quién es y yo le digo que es C ¿De psicología? Me pregunta, y pues que yo le digo que sí. Entonces me despido y nada, me arranco para no verlo.
Después de eso pensé varias cosas:
Primero, que tendré que explicarle a mi amiga la verdad. Eso no es nada ni me molesta.
Segundo, estuve pensando porqué me pongo tan nervioso cuando veo a C y creo que es porque el me quitó algo, bueno, porque en el fondo lo odio/quiero, pero creo que el me quitó la inocencia que me quedaba. Eso me pone triste. ¿puedes volver a ver a quien te quitó la inocencia?
Tres, que no se cómo lo voy a hacer porque mientras esté en la U y mientras coincidamos en horarios y Campus no voy a poder arrancarme cagado de susto siempre.
Cuatro, en el fondo de mi corazón deseo que el me halla visto irme (por ese sentimiento amor/odio), pero en fin. Creo que hice lo correcto no, alejarme de quien me produce sentimientos que prefiero olvidar.

Un bezotillo
Felipe
PD: supongo que hablaremos esta noche, pero yo me voy a Valparaíso y quien sabe pero mañana sábado probablemente.
Otro beso



Así las cosas, no estoy entendiendo nada, y no quiero pensar lo peor. Pensar, por ejemplo, las mismas cosas que antes cuando quería estar de una vez en paz.
Pero, como decía, creo que me robó la inocencia. Para mí esa Inocencia que me dejaba creer libremente en que cualquier persona podría amar libremente, que con el amor no había empachos y que todo, todo, era más fácil de lo que parecía. Aunque quizás no es tanto eso. La inocencia para mí tenía la bondad de ser la creencia de que las cosas se hacían de buena fe y que todos amaban de buena fe, pero yo actué de buena fe, me enamoré y caí al precipicio. No me sirvió de nada la buena fe, no aprendí nada, no me amaron ni un poquito (lo asumo porque nunca me lo dijo) y yo di todo.
Supongo que tiene que ver con fuese mi primera vez. ¿Por qué maldito designio la primera vez tiene que doler?
Con todo, creo que ya no le hecho la culpa a él. Lo odio, quisiera que desapareciera de la faz de la tierra porque lo amé y no me amó; cada vez que lo veo recuerdo todo lo mal que lo pasé, todo lo inseguro que me sentí y es como si el tiempo quisiera tragarme de nuevo al pasado.
Antes yo le decía, cuando estaba con él, que podían atravesarme con una espada y no moriría, yo, el tonto enamorado, le decía que me sentía como invencible. Al día siguiente presentía el fin y estaba en lo cierto. Ahora el tonto cree que enamorarse es tonto y que todos de quienes se enamore el tonto serán malos.
Será pronto parte del pasado. Sería bueno, pero el presente no se vuelve pasado cuando lo pedimos, sino que se vuelve cuando lo gastamos. Tal vez ése sea el problema, mientras le siga encontrando en cada lugar, en cada coincidencia, no será pasado. Esta situación es absurda porque solo hace unos meses quería esperarle para siempre, que él volviera y sintiera lo mismo, (el tonto de mí) y ahora me apuro buscando las formas de que se vuelva pasado. Tal vez sea sólo que estoy pensando en las cosas que quiero, no en las cosas que deben ser, en las cosas que el tiempo sabe que tiene que hacer. De acuerdo, frente a él no volveré a pensar en lo que quiero. Por que primero quise amarle, después quise ser amado, después quise que él reconsiderara su lejanía, después quise ser indiferente, esperarle, vengarme, pero no le he dado espacio a lo que el tiempo tiene que decir de todo esto. Supongo que ya no tengo que decir nada, que talvez nunca tuvimos nada que ver juntos y que, ahora, tampoco hay nada que ver, que sólo es coincidencia, porque aparte de encontrarlo ¿qué más importa ahora? Si él nunca me quiso, si nunca debí enamorarme tan fácilmente.
Si fuesen otras las circunstancias, él pasaría y, aparte de que quizás le miraría un poco, no pasaría nada. Entonces ¿por qué tiene que pasar algo ahora? Solo dejaré que pase el amor que nunca tuve como lo que lamentablemente fue: nada (porque nunca fui invencible)