jueves, junio 30, 2005

Amo tanto la vida

"Amo tanto tanto la vida, que de tí me enamoré... y ahora espero impaciente, ver contigo amanecer.
Si se acaba este milagro, si se consume mi voz, si me das un último portazo, en qué calle moriré yo."
Las palabras tienen un poder destructor del que no me había dado cuenta. Lo peor es que yo no quería haber destruído todo esto. No quise haber dicho todo lo que dije pero parece que en realidad la situación no ameritaba otra cosa. En parte me siento como Estados Unidos al tirar la bomba atómica... terminé con la situación y libere mis sentimientos, pero claro... yo no quería tirar la bomba, pero el tipo ya me había hecho daño y yo sólo quería que terminara de alejarse de mi, completamente. Pues que me deje.
No soy capaz de esa extraña situación en que puedes terminar con alguien y después de hacerme daño pensar en que vuelves a verle y tener buena onda. A la mierda, no soy capaz :P no no no. Quizas ese es el problema mayor cuando uno siente mucho.

Dame un beso que me haga viajar.
Dame una canción para esperar.
Dame una razón para cambiar...
Dame un sueño roto para coser.
Dame un libro que me haga crecer.
Cuando el mar no tenga sed y el amor sepa perder
venderé mi corazón para darte algo mejor.

Por ahora escucho canciones que liberen. Por ahora me despido. Por ahora, dejaré de sentir y no volveré a querer a nadie como quise la última vez porque no daba lugar. Creo que esta vez no venderé el corazón, solo dejare que descanse de haberse sentido tan mal y mañana, mañana por favor que llegue alguien que me quiera de verdad, que valga oro. Porque eso es lo que doy.

viernes, junio 24, 2005

Inconcluso

La publicidad no es algo a lo que recurra normalmente. Ni siquiera después de haber creado este blog, ni siquiera después de haber decidido estudiar Periodismo, ni siquiera después, después, de haber decidido que era mejor salir del útero de mi madre antes que quedarme mas cerca de la muerte. Pero a veces recurro a esto, me hace falta, a veces, dejar en alguna parte las cosas que no sé si quedarán en alguien.
Entre por los ojos hasta un lugar tétrico y falto tranquilidad. Me abracé entonces a esa belleza, respirando el aire tranquilo de los lugares nunca muy explorados, aunque quien sabe qué cosa realmente cargan.
Respiro profundo

miércoles, junio 08, 2005

Salvavidas

Un salvavidas me mira.
Para nadar correctamente hay que saber respirar debajo del agua.
Porque lo que tenemos en nuestra cabeza, las ganas de conocer gente, las buenas intenciones, los dolores que están dentro de nuestra casa, amenzan a veces con amarrarnos a un destino y a una realidad exterior. Pero si mantenemos la calma y caminamos afuera, como lo haríamos dentro de nuestro corazón, estamos dando un paso seguro.
El secreto es mantener, debajo del agua, el mismo ritmo de respiración que tenemos cuando estamos sobre la superficie. Estoy aprendiendo a nadar. Antes lo que hacía era tomar mucho aire, repirando profundo, y metía mi cabeza bajo el agua. Con esa constumbre no se puede llegar lejos.
Porque no podemos salir a la calle; no hay derecho a hacerlo, con miedo. No hay que respirar profundo, no hay que tener reservas cuando queremos mirar sinceramente a alguien, no hay que temer del lugar originario, el agua; el exterior.
Pero además de respirar, hay que mover los pies, con fuerza, para no quedarse atascado y avanzar. Mientras, las manos en un movimiento perfecto se mueven a través del agua sin golpearla y estirando perfectamente los hombros cada vez que se gira. Allí es cuando hay que tomar aire.
Y como un ciclo, podemos besar sin ahogarnos, abrazar exponiéndonos. Tengo por secreto exhalar el aire en el agua, como si lo hiciera para hablar.
Un salvavidas me salvó.