martes, julio 20, 2004

VIH y la verdad que todos llevamos dentro

Fue fácil esperar que pasara el fin de semana para saber los resultados del examen de sangre que me hice para averiguar la presencia del virus que golpea cada una de las relaciones sexuales que se viven en el planeta. Que pena. Como estaba tan resfriado, con dolor de cabeza y dolores varios me la pasé todo el día durmiendo y no hubo presión. Spiderman vino a salvarme para creer que todos llevamos un héroe dentro y antes, Shrek, para saber que los ogros somos como las cebollas. A esa altura ya me había dado cuenta de que el hecho de tener una relación sexual sin preservativo no es lo mismo que tener SIDA, por lo demás, si no hay más prácticas de riesgo, mi caso, es mucho menor la probabilidad. Por lo demás, el otro, en esa primera vez, pregunto mil veces por el estado de salud mío. Para mí, ingenuamente, eso era estar “protegido”. Como sea, metido en este pellejo, dormí bien y temprano fui al centro médico por los resultados.
Un trámite curioso en que esperé bastante por la impresión de cada uno de los resultados de los siete exámenes que me hicieron. Habían sido siete tubos llenos de sangre, no era pare menos. Uno de los resultados estaba ya impreso y metido en un sobre. Supuse que era el de VIH. La mujer que me atendía, como para aumentar las dificultades para saber qué decía ese sobre, corcheteó todo sin lógica ni orden.
Me fui con todo doblado en la dirección opuesta a la que entré. Por los largos pasillos buscaba un lugar más o menos tranquilo para abrirlo. Pero a las 10:30 de la mañana un centro médico tiene poco de tranquilidad. De ahí, tres asientos vacíos, abrir el sobre con curiosidad y risa nerviosa. Resultado: Negativo. Uff, ¿era lo obvio no? Lo demás era hipocondría, la sinusitis y a falta de vitaminas que me diagnosticó el médico.
Supongo que no pensé realmente que fuese a dar positivo, caso en el que ni siquiera hubiese planeado escribir esto acá. O tal vez sí, pero después de haberme tragado la verdad a fuerza de golpes. Por lo menos ahora es una buena noticia y puedo seguir practicando la transparencia conmigo mismo y con los demás.
Y como esa era una de las dudas que habían nacido después del último tiempo, ahora ya se puede dar por terminada una batalla. Me di cuenta entonces que a veces hay que sacar las verdades con jeringas y que ¿cómo después de cosas como esta voy a dejar de creer en lo que siempre he creído? Si las cosas estuviesen mal tendría que buscar al culpable. Pero ahora todo está bien y en paz planeo subirme a cada montaña de nuevo. Sólo lamento haber sido bastante ingenuo con el tema, por suerte puedo lamentarlo.
La verdad que todos llevamos dentro surge cuando, al filo de la vida, me aferro a lo único que realmente poseo; amo lo que siempre he amado y odio lo que nunca quise para mí. Lamentable es que tenga que ser al filo de la vida, por eso seamos sensatos, tratemos de buscar la verdad antes.
Así, aunque tenga molestos dolores de cabeza por la congestión y me duela la cabeza cada vez que me enfríe, canto: laaaa la la la la mmmmm mm mm mm mm. Si mi verdad es darle el corazón a cada persona que pasa, que sea; si me deber es regalar en cada nota una gotita de emoción... encantado; si mi verdad es confiar en que vale la pena decir estas cosas, que así sea. O si debo pecar de siutiquería en creer que el amor todo lo puede, pecador soy.
Ahora terminó de llover en Valparaíso y hace un frío de puta madre. Mis manos siempre faltas de circulación sanguínea parece que fueran a desaparecer, pero bien. El sol sale a ratos.

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