No sé porque de pronto confundí los días y los horarios y los años. Pensé que era septiembre, que era más temprano, que estábamos en 2006 y realmente no, me estoy poniendo nervioso una noche de agosto del quinto año del tercer milenio. Supongo que tampoco tiene mucha importancia saber porqué estamos en este y no en otro espacio o tiempo, pero me incomodó la pérdida de orientación. Es como volverse loco, es como echar de menos, como no saber dónde estoy.
Es muy probable que sea por el viaje próximo que, en cierta forma, promete cercenar la relación con la gente que está acá -detener o pausar para no ser tan exagerado. Debo confesar que yo pensaba fríamente que no echaría de menos a nadie, que yo era autosuficiente y blablabla, pero que gran engaño. En realidad echaré de menos hasta el smog de Santiago o el mal olor de mis perros lindos. Y esta vez no exagero.
Aparte, como empezar a escribir esto sin hacer referencia a otro sentimiento, como un escalofrío que me da en la espalda, una cierta certeza y felicidad a la vez. Ahora estoy contenido y parece que quiero llevarme más cosas de las que podría.
2 comentarios:
Hace dias que no andaba por acá, me gustan tus post, no se si yo podría hacerlos tan personales y honestos, siempre me queda algo de pudor frente al teclado.
le repito "jovencito"
no se lleve naaaa mejor, vaya desnudo solo con la fe en las manos y el sol en los labios.
Agreguele una sonrisita.
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