Hace cinco años el Seba había caminado llorando sin vergüenza por cuatro cuadras de Santa Isabel, seguido, o más bien perseguido, por su ex novio drogadicto. Tomó un taxi, cruzó un par de comunas de la capital y terminó durmiendo en los brazos de Ignacio. Entre las sábanas y la neblina de su ropa buscaba alguna emoción más fuerte que la pena que sentía. "No hablo de mi pasado", le gustaba decir cada vez más seguido y con más razones —que bien valdrá develar a su debido tiempo—, pero aunque no hablara este pasado siempre le atromentaba un poco. Pensaba que debió haber dormido con Ignacio muchas más veces. ¿Pero es que acaso no sabía ya qué era eso? De tener una vida feliz con él, probablemente hubiese sido tan buena que hubiese pasado demasiado rápido, demasiado rápido para recordarlo con detalles y luego para sonreir. Quizás no se hubiese acabado nunca, algo posible aún después de que Ignacio le confesara que siempre estuvo enamorado de Èl. "No lo vi, no lo vi", le dijo Sebastián. Por esa cegera es que en realidad nunca, nunca, se besaron.
Hoy, cuando Javier miró a Sebastian quedó claro que entre ellos dos había algo mas que una simple historia. El valor de las palabras es efímero e irrelevante para explicar lo que pasó cuando estos dos jóvenes se miraron. Sebastián no esperaba encontrar a Javier allí, pero era más que eso. Habían dejado de verse exactamente hace cinco años, cuando Javier le dijo a Sebastián lo que nadie habría querido oír. Alguien más estaba besando a su novio con el que había terminado solo unos días atrás. Por eso esa noche, después de ver por última vez a Javier —hasta hoy—, el abrazo de Ignacio fue en realidad el mejor abrazo que le hayan dado jamás. Ignacio tenía sus pies descalzos y vestido de blanco, como un santo de boxers y sudadera, se sentó en un sillón, blanco como él, y abrazó al Seba, vestido con jeans de cuatro días, zapatillas gastadas y boxers rojos. Es cierto: estaba y se sentía contaminado.
La verdad es que Sebastián ya había elegido otra vida. Quizás ni siquiera esta, pero sobre esta, pensaba...
INCOMPLETO POR AHORA
Dedicación para Leín.
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