viernes, mayo 25, 2007

Pretextos sobre la muerte y el amor

Se murió. Porque la muerte tocaba su puerta demasiadio seguido, y se cansó de decirle "espera, que aún me quedan cosas por hacer. Ella aún me ama y quiere estar conmigo". Se murió porque nada es para siempre y porque la lluvia que azotaba afuera de su casa no podía no mojarlo en algún momento. La muerte le dijo: "no vivas de ilusiones. Si ella ya no está ahí contigo. Hace tiempo que se fue. ¿Por qué insistes en quedarte en esa casa donde ya no queda gente?". Y él en cambio seguía creyendo en la resurrección, en los vivos que hacen llamados desde el más allá. "Ven conmigo, que de este lado las cosas se ven mucho mejor. No le hagas caso a los vivos. Acá ya no sentirás nada por ella, y tampoco tendrás que comer, beber o amar", decía la muerte mientras golpeaba con el mismo ritmo de siempre la puerta de esa casa, a esa hora, como lo ha hecho los últimos 7 días.
"Tu no sabes lo que es morirse. Nunca lo has hecho. Yo no quiero dejar mi casa porque ella se morirá conmigo", decía él abrigándose para pasar el frío del invierno que recién anunciaba el congelamiento de sus meses. "Yo soy muerte constante", le decía la muerte tratando de convencerlo de tomar "la mejor decisión". Pasó un poco de tiempo y el hombre salió. La muerte, blanca como la nieve, no dijo nada y se lo llevó. Adentro las paredes estaban manchadas de sangre, sudor y lágrimas.

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