La paz es un estado del alma. El alma no es algo físico. La paz no se muerde ni se mastica, se siente. Las heridas emocionales son como lluvia ácida y tampoco se muerden.
No tenemos defensa.
Si llueve, me quemaré de ácido y de humedad.
Estoy desaparecido, tengo el corazón aún grande, tengo el pasado aún muy pequeño y la sonrisa aún increíble.
Una profunda tristeza viene a tomarme por sorpresa, la escasez, la falta de esperanza. Quiero, a veces, desaparecer profundamente de lo que esperan los otros hombres de mí. Quiero ser otro, pintarme la cara de blanco o de negro y morir de mi mismo.
Si en este momento hicera una lista de las cosas que están mal, tendría un enorme parecido con la lista de las cosas que están bien... ¿Qué pasa entonces? ¿Qué está realmente bien?
Creo que me sentaré a despojarme de las cosas.
Ya no tengo sueño. Necesito café todas las mañanas para poder darme cuenta de que he despertado. Ya no lloraré por nadie más que por mi mismo, pero lloraré cuando lloren los otros. Mi felicidad esta hecha de personas. Quiero poseer, sin embargo, el mundo. Quiero despojarme igualmente de ellos, para ver si existe algún tipo de felicidad del otro lado.
No le tengo miedo a la lluvia ni a la muerte. Ya no lloraré por el cielo.
Los sueños terminan en el papel. Se preparan para hacerse luz y caminos.
Necesito dormir por lo menos ocho horas en el día, y del resto necesito contemplar el cielo o el borde del paisaje por lo menos 10 minutos. Tengo que trabajar, sin embargo, me falta tiempo.
Necesito más mundo, necesito más metas, necesito más desafíos. Quiero bailar, quiero saber qué es ser bello desde adentro. Quiero ser organizado. Quiero escapar de mi para ser algo mejor que yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario