Cuando estaba publicando el post original de este día 29 de marzo algo falló y no pude publicarlo. Perdí lo que había escrito. Algo así como la pena que sentía, y que se reflejó en los ojos de una mujer que pasó frente a mí a la salida de la estación Universidad Católica, del Metro. Sus ojos, decía yo, estaban como apunto de recibir las lágrimas de mi pena, que no era la misma de ella, aunque ambos buscábamos en el piso gris alguna respuesta.
Yo buscaba respuesta por lo que había ocurrido una hora antes, cuando tuve que declararle a alguien que tenía una malformación en el corazón (asi eufemísticamente lo digo, sólo ahora) y escuchar la impresión y sentir esa sensación de ser bicho raro. Sin embargo, también decía, esta vez no tuve que retroceder todo el tiempo y pareció que todo lo bueno que se había venido encima... todo lo bueno que había vivido con alguien, no tenía que venirse abajo (como yo creía)
Después de dormir, penssé en el "nosotros" y esa extraña fatalidad que parece perseguir los momentos en que le declaras a alguien que tienes esa "malformación en el corazón". Porque todo parece ir perfecto, disfrutas los momentos y la pasas muy bien y te sientes muy acogido. No me ha pasado esto muchas veces, pero esta vez sentí en el otro esa capacidad de contención que algunos, como yo, necesitamos. Algo así como, necesito que me abriguen, y lo hacen.
Y la fatalidad está en que sabes que mientras haya algo de ti que ocultes, especialmente con un hombre, todas esas cosas que sientes son, en cierta forma, ilícitas. En qué forma... en esos momentos en que disfrutas de la compañía, y aprendes cosas, y te sientes querido. Allí sabes que de alguna forma cometes un ilícito, porque no sabes si el otro te querría de la misma forma en que tu estas queriendo... incluso si lo que tu sientes no es de amor y es de una adorable amistad.
Es terrible entonces saber que llegará un momento en que esa ilicitud deberá ser develada. Que no puedes estar sintiendo todo lo que sientes, la amistad y la alegría que sientes, sin hacerle saber al otro desde dónde estás sintiendo.
Y cuando tienes que decir "oye, yo estoy sintiendo desde acá", sabes que todo lo que pasó es puesto en dudas, por lo menos por ti mismo si tienes cabeza o te pasa el rollo, pero también por el otro. O tal vez lo crees, lo que sería mejor; sin embargo no me parece nada descabellado que varios esperemos ese momento en que el otro diga "ah, ahora entiendo porque eras así". En el peor de los casos un hombre pensarás que lo estabas seduciendo, y una mujer pensará que la estabas usando de pantalla, aunque para algunos no haya pasado jamas eso por la cabeza. No todos estamos preocupados de mentir.
Bien, mi tristeza era porque tuve que decir que yo era gay, digamos... ante la insistencia, la circunstancias, la realidad... y yo quería hacerlo, pero quizás no ahora. Finalmente, lo bueno fue que se rompió la fatalidad, ese miedo que "todo gay lleva dentro", y que se repite cuando tienes que decírselo a tu familia, a tus padres, a tus hermanos, a tus amigos, o a tus compañeros de trabajo. Claro, no siempre tienes que decirlo, porque el amor es parte de la vida privada, pero vamos!... basta que pregunten si pololeas o si tienes pareja para que se desate todo el conflicto... ¿Qué respondo?
Yo respondí con la verdad y creo que no me equivoque, la mayoría de la gente de mi edad entiende. Y la tristeza era por que por un momento me sentí un bicho raro, revelándose de un caparazón que no me puse yo, pero que estaba ahí. Ahora ya estoy feliz de encontrarme gente como con la que me he encontrado. Besos a todos ellos.
(Por lo demás, nadie dijo que sería fácil)
Canción de hoy: Feelin' the same way, Norah Jones
1 comentario:
Y aparte de escribir demasiado bien eres valiente. "La verdad ante todo". Y si tu verdad no le gusta o no le parece a los demás, entonces que se jodan.
Cualquiera que te haga sentir como bicho raro tiene, notablemente, una seria carencia neuronal y emocional.
A veces es bueno sacarse las máscaras y las falsas apariencias, porque puede que casi todos te den la espalda después de eso, pero por lo menos habrá uno que compartirá su almuerzo contigo, y sabrás que es porque valora lo que tú realmente eres. Y eso, puede que te alegre el día.
Cariños!
Adios!
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