Después de saber perder hay que saber asumir la posibilidad de haber vivido un cuento, una fábula, un espacio de tiempo en el que las cosas que vivimos pueden haber sido muy trágicas, pero que pueden tener un sentido último. Mi cuento de hoy se llama Pedrito y el lobo. Yo hacía de mama de Pedrito y, cuento corto, ya no le creo a Pedrito.
Ahora ya no soy mamá y no importa que venga el lobo. O ya llegó?
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