miércoles, junio 08, 2005

Salvavidas

Un salvavidas me mira.
Para nadar correctamente hay que saber respirar debajo del agua.
Porque lo que tenemos en nuestra cabeza, las ganas de conocer gente, las buenas intenciones, los dolores que están dentro de nuestra casa, amenzan a veces con amarrarnos a un destino y a una realidad exterior. Pero si mantenemos la calma y caminamos afuera, como lo haríamos dentro de nuestro corazón, estamos dando un paso seguro.
El secreto es mantener, debajo del agua, el mismo ritmo de respiración que tenemos cuando estamos sobre la superficie. Estoy aprendiendo a nadar. Antes lo que hacía era tomar mucho aire, repirando profundo, y metía mi cabeza bajo el agua. Con esa constumbre no se puede llegar lejos.
Porque no podemos salir a la calle; no hay derecho a hacerlo, con miedo. No hay que respirar profundo, no hay que tener reservas cuando queremos mirar sinceramente a alguien, no hay que temer del lugar originario, el agua; el exterior.
Pero además de respirar, hay que mover los pies, con fuerza, para no quedarse atascado y avanzar. Mientras, las manos en un movimiento perfecto se mueven a través del agua sin golpearla y estirando perfectamente los hombros cada vez que se gira. Allí es cuando hay que tomar aire.
Y como un ciclo, podemos besar sin ahogarnos, abrazar exponiéndonos. Tengo por secreto exhalar el aire en el agua, como si lo hiciera para hablar.
Un salvavidas me salvó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ví cosas super bien escritas acá, hace tiempo no pasaba :S
El post del salvavidas me recuerda a mi suceso traumatico haha.
Saludos