viernes, septiembre 24, 2004

Ni tu ni yo somos el amor verdadero

Disparar para todos lados es lo mismo que no saber hacia donde quiero disparar realmente. Es lo mismo que no disparar a ninguna parte. Entonces creo que soy un inmaduro, claro que no me basta con saberlo, aunque no se cómo se puede madurar rápidamente. Estoy buscando algo que me ayude a entender esta relación entre balas y hombres, pero es difcil. Solo la bala sabe dónde está el alma del hombre.
Quizás me dispare frente a un espejo. Quizás abra los ojos en la noche y me de cuenta de que no estoy solo. Quizás me acuerde de tus besos y de tus abrazos infinitos. Quizá me acuerde de lo mucho que me gustaba dormir contigo o cómo siempre quise subirme a tus labios y no me dejaste, cómo entre tantas veces en tus ojos y no quería salir pero me echaste. Y entonces con el disparo se trice todo lo que creo ver y que no existe. Y se queden conmigo los pedazos, y no salgan.
De esa forma quizá no tengan que cansarse mis ojos buscándote. Buscándote en cada calle, en cada plaza, detrás de los árboles, en la universidad, en las canciones, detrás de la puerta, en mi almohada, en el café de callé, "en los cines marchitos", en las películas, en la micro, en los restaurantes, en la televisión, en la radio, el sillon, en el computador, en el cyber espacio, en los libros, en las fotos, en mi felicidad, en mis sueños, en la noche, en mis calles, en tus calles, en el mundo de afuera, en el mundo de adentro, en las hojas de los árboles, en las flores, en tus olores, en tus tareas, en mi futuro, en las noches de calendario, en lo que grita toda la gente, en la linea 5, en la linea 1, en la música que escucho acostado, en tu facultad, en los pies de mi cama, en mis manos frías, en la fluoxetina, en el migratan, en el sol, en octubre, y en marzo, cada 25, en la gota de mi respiración. Pero quién sabe quienes somos.

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